Me quede mirando las gotas de lluvia en la ventana, antes me encantaba escuchar el golpeteo de estas en la ventana y el sonido de los truenos, ahora… bueno ahora ni siquiera me daba realmente cuenta de que estaba lloviendo.
Todo en el mundo me resultaba ajeno, sin sentido…
Si, exactamente, para mi la vida había perdido el sentido. Los días pasaban de una manera monótona y aburrida.
No quería escuchar música, ni ver la televisión y cuando mis amigas me llamaban para algo ni siquiera me molestaba en cogerles el teléfono. Por eso con el paso de las semanas dejaron de hacerlo… Pero, ¿qué podía hacer? Ellas lo sabían todo, todo desde mucho antes de que me enterara y ni ninguna nunca me dijo nada. Ellas me dijeron que solo querían protegerme, evitarme este dolor que ahora estaba sintiendo… Bueno yo sabía que no mentían pero aun así, protegerme, ¿a costa de qué? ¿De qué todo el mundo se riera de mí a mis espaldas? ¿De que siguiera besando y sonriendo como una estúpida al ser más ruin de la tierra?
Yo les dije que las había perdonado ya que de hecho lo había hecho, pero aun ya no volvió a ser lo mismo entre nosotras.
Bueno para ser sincera, ya nada volvió a ser lo mismo para mí.
Nada desde aquel 17 de marzo…
El día en que descubrí que la persona a la que había convertido en el único tema de todos y cada uno de mis pensamientos y sueños, por la que haría cualquier locura sin pensarlo, me había estado engañando con otra a mis espaldas.
-¿Qué quieres que te diga Marina? ¿Qué no es lo que parece? ¿De verdad quieres que siga fingiendo, para que todo el mundo siga hablando de ti? La verdad no puedo hacer eso siento mucho cariño hacia ti y me haría sentir muy mal si esto siguiese pasando...-me había respondido, César con toda tranquilidad y sin que pareciera importarle en nada mi dolor cuando le pille besando a Patricia de un curso superior que nosotros en la puerta del cine.
Ni siquiera esperó a que terminara el día, ese día, el peor día de mi vida, el día en que toda la visión que yo tenía de las personas más importantes para mí fuera de mi familia cambió para siempre, él empezó a salir con Patricia.
Él no sufrió, es más yo diría que se alegró, tampoco tuvo ningún problema en ignorar mi dolor, supongo de el hecho de que faltase la siguiente semana a clase le ayudó. Su relación con aquella rubia despampanante, de dieciséis años no dura más de dos semanas. Lo que tardaron ambos en aburrirse del otro.
Algo más de un mes después César se mudo a otra ciudad, por lo que oí a los chicos que tenía sentados detrás, a su padre, que es médico, le habían ofrecido un puesto de trabajo realmente bueno en el hospital de aquella cuidad.
También ese fue un mal día, no me imaginaba los días sin mirar a hurtadillas a César, sin ver su brillante sonrisa, ni su pelo liso rubio despeinado y mucho menos sin ver sus preciosos ojos azules que unos meses antes parecían capaces de ver claramente todo lo que pasaba por mi mente… Además estaba enfadada conmigo misma por ponerme así por ese estúpido al que tanto amaba… Al que tanto amo.
Porque incluso ahora después de seis meses, después de que todo el mundo se haya olvidado del tema…
Yo sigo sintiendo el inmenso amor hacia él y por las noches un sentimiento de desesperación se apodera de mí, obligándome llorar hasta que consigo quedarme dormida.
Él sigue siendo lo más importante para mí, y el motivo de que sea incapaz de sonreír, ni de confiar en nadie.
Alguien dio un golpe a la puerta de mi habitación, haciéndome salir de mi ensoñación. Sequé mis lágrimas y con voz algo torpe dije- ¿Sí?- Entonces mi madre entró en la habitación, me miró durante un breve instante, dio tres pasos y me abrazó, diciéndome al oído- Hija, lo siento pero no puedes seguir así, se que es duro pero necesito ver a mi niña, la que tenía un brillo de diversión es esos grandes ojos verdes y la no podía parar de sonreír ni de reír en ningún momento del día- ¿Qué le iba a decir que esa Marina ya no existía?- Ya, mama no te preocupes…
-Parece que no me estás entendiendo, no te lo estoy pidiendo, te estoy obligando a salir de esta habitación, haz algo, queda con tus amigas, da un paseo…Cualquier cosa pero esta tarde te prohíbo quedarte que casa.-dijo con una voz firme y autoritaria pero que no parecía estar enfadada.
Me miró directamente a los ojos, pero yo rehuí su mirada, la idea de tener que salir de mi casa me hacía sentir desprotegida y además era imposible que saliera de mi casa sin que algo o alguien me recordaran a él.
Realmente yo no quería olvidarlo, pero tampoco quería recordarlo. Es decir, temía recordar cualquier cosa a partir del día de su traición, hacerlo era dejar que alguien me diera una patada, con muchísima fuerza en las costillas, en realidad, peor…
Pero odiaba con todo mí ser la idea de olvidar todo lo que había pasado antes de ese día, todos los momentos juntos a él, todos los te quiero, las caricias, las sonrisas, los besos… La idea simplemente me aterraba, todo eso era parte de mí…
Así que ¿cómo iba a olvidarlo si era lo ultimo que deseaba?
Finalmente miré a mi madre con los ojos llorosos y le dije: Está bien ahora llamaré a las chicas…-Me miró con el ceño fruncido, pero finalmente sonrió- Está bien cielo, verás como es lo mejor.
Asentí sin mucha convicción.
Después me dedicó otra mirada y se dio la vuelta hacia la puerta diciéndome- Si quieres algo, dímelo.- Ajá-fue lo único que respondí.
Seguí mirándola hasta que se fue. Mi madre es de estatura media, bien proporcionada. Tiene el pelo marrón muy oscuro, largo y algo ondulado, siempre había envidiado su pelo. Tiene la piel oscura, lo que le da aspecto de bronceada todo el año. Para ser más clara mi madre es una mujer bastante guapa, lástima que yo haya salido a mi padre. Lo único que he heredado de ella son sus ojos, grandes y verdes, realmente son muy bonitos pero quedan mejor en la piel morena de mi madre haciendo contracte con su pelo, que en mi pálida piel y sin hacer ningún tipo de contracte con mi pelo color castaño.
Suspiré cuando estuve de nuevo sola en mi habitación. Ahora tendría que llamar a Fátima, ella siempre había sido mi mejor amiga y hablaba con ella en el colegio pero aun así no me apetecía nada salir con ella. Emití un sonido de desagrado y fui al salón en busca del teléfono, marcando su número:
-¿Diga?- Estuve tentada de colgar el teléfono, pero mi madre me obligaría a llamarla de nuevo, frustrada hablé-Hola Fátima, soy yo Marina.
Al otro lado de la línea hubo un momento de vacilación que terminó con un- Oh…No esperaba tu llamada, ¿pasa algo?- No para nada solo quería saber si pensabais quedar hoy y si podía ir yo…
Esta vez el silencio duro unos segundos más, imaginaba que después de seis meses sin hablarles me tendrían por una rarita y no querrían quedar conmigo, así que ella estaría pensando la forma de librarse de mí, pero me equivocaba, cuando respondió note una alegría sincera- ¡Claro! Mira vamos a ir a una nueva discoteca que han abierto en el centro, a las siete, va ir un montón de gente, estará genial, ¿paso a recogerte a las cinco y media y nos arreglamos juntas?- Sonreí , me había equivocada al no hablarle en tanto tiempo ahora volvía a entender porque siempre había sido mi mejor amiga, Fátima era genial, así que dije sinceramente- Por supuesto, te echado mucho de menos enana- la oí reírse- Y yo a ti enana.
A las cinco y veinte cinco yo ya estaba en el portal de mi casa, Fátima vendría a recogerme en su moto y no iríamos a su casa donde nos arreglaríamos, como hacíamos siempre antes de… Me sacudí la cabeza como si así pudiera espantar a los malos recuerdos.
No me había arreglado llevaba unos pantalones cortos vaqueros y una camiseta azul claro. Tenía le pelo recogido en una simple coleta y no me había pintado. En la bolsa para cambiarme llevaba unos pantalones vaqueros largos una camiseta roja y en vez de las zapatillas de deporte que llevaba puestas, unas manoletinas negras, sabía la cara que pondría Fátima cuando viera la ropa que llevaba para la “noche del siglo” como la había descrito ella por teléfono.
Cuando llegue a su casa, ella entro a ducharse y salió con un vestido gris muy corto que se ajustaba a mitad del muslo además se había ondulado el pelo. Se pinto la ralla del ojo negra y se echo colorete y rímel.
Estaba muy guapa, se me había olvidado ya, lo mucho que le gustaba la ropa y arreglarse, sonreí cuando pensé eso. Fátima es rubia y tiene los ojos marrones, es algo bajita pero bien proporcionada y siempre lleva tacones altísimos, son su pasión…
Se estaba pintando algo de sombras oscuras en los ojos, cuando se fijo en mi indumentaria. Entonces me miró con mirada inquisitiva.-No pensarás ir así ¿no?- Bueno…-conteste yo.
No, no pienso dejarte.- Y entonces abrió su armario con decisión y empezó a buscar algo- Pensaba estrenarlo en otro momento… Pero esto es algo importante, hace meses que no sales, no puedes darle el gustazo a la tonta de Patricia de que de verdad crea que ha acabado contigo… ¡Aquí está!
Sacó algo de una bolsa negra y me lo tiró-Cuidado con él, es nuevo y me lo pienso poner…
Lo que me había tirado era un vestido…
Buenoo de momentoo estoo es loo que e escritoo esq toodabiia estoii buuscandoo vestiidoos que me guusten para que se poonga.. si alguiien tiienee unaa ideaa que mee loo diigaa! graciias esperoo q os haya guustadoo el cap!
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